Lo fecundo es formar con respeto a las almas, desarrollando en ellas la verdadera y santa libertad de los hijos de Dios, enseñándolas a administrar la propia libertad, pues Dios quiere que se le sirva con libertad, y por tanto no sería recto un apostolado que no respetase la libertad de las conciencias. Por eso, cada uno de vosotros, hijos míos, ha de procurar en la práctica vivir una caridad sin límites: comprendiendo a todos, disculpando a todos siempre que haya ocasión, teniendo, sí, un celo grande por las almas, pero un celo amable, sin modales hoscos ni gestos bruscos.
San Josemaría, Mientras nos hablaba en el camino
Es bueno que nos esforcemos por utilizar un lenguaje comprensible, con tono positivo y alentador, con una visión esperanzada del mundo donde nos ha tocado vivir, que es nuestro lugar de encuentro con Dios. Es preciso también un personal don de lenguas, cultivado con deseo de renovación permanente. Así se favorece esa empatía por la que la visión cristiana de la realidad resulta convincente , pero cuenta también con las inquietudes del prójimo, sin avasallar y caer en el monólogo
Del Padre, Carta 14.II.2017